Las 9 estrategias para influenciar a los demás

Publicado por Álvaro Bueno

1 – La influencia del ego en las relaciones sociales 

2 – Las 9 estrategias para influenciar a las personas

2.1 – Empieza con un elogio y aprecio sincero

2.2 – Señala los errores indirectamente

2.3 – Habla de tus propios errores antes de criticar los de los demás

2.4 – Haz preguntas en vez de dar órdenes

2.5 – Permite que la otra persona salve su propio prestigio

2.6 – Elogia el más pequeño progreso

2.7 – Da a la otra persona una buena reputación a la que hacer honor

2.8 – Haz que los errores parezcan fáciles de corregir

2.9 – Procura que el otro esté satisfecho de hacer lo que sugieres

3 – Resumen de las ideas principales

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Los seres humanos somos sociales por naturaleza.

Esto implica que nuestras relaciones con los demás son un pilar fundamental de nuestro bienestar.

Tanto es así que, aunque a veces nos neguemos a aceptarlo, nuestra autoestima depende en gran medida de cómo interpretamos la visión que tiene de nosotros el resto.

Hemos evolucionado en un entorno en el que hemos necesitado de la cooperación para llegar hasta el punto en el que estamos, por tanto, no es casualidad que tendamos a dar una gran importancia a nuestro círculo social.

El problema es que en ciertas ocasiones nuestros intereses sociales chocan con otros incentivos propios.

Por ejemplo, no solemos sentirnos bastante cómodos a la hora de pedir ciertos favores o a la hora de corregir algunas conductas del resto.

Como veremos a continuación, lo que determinará si logramos influenciar a las personas de nuestro alrededor sin alterar nuestra relaciones personales, o incluso mejorarlas, será nuestra capacidad de entender el funcionamiento del ego.

La influencia del ego en las relaciones sociales

Podríamos decir que el ego es esa idea que cada uno tenemos de nosotros mismos que lleva implícita una gran carga emocional.

Relaciones sociales y ego

Cada vez que se dañe tu ego, tendrás una reacción emocional negativa que te hará actuar de manera reactiva ante la persona implicada.

A lo largo de este episodio te daré una serie de consejos prácticos que podrás aplicar para conseguir cambiar las acciones de los demás sin ofenderlos, o lo que es lo mismo, sin dañar ni atacar su ego.

Toda la información que voy a compartir está extraída de uno de los libros que más impacto han tenido en mí hasta el momento y, sin ninguna duda, el mejor libro sobre relaciones personales que he leído.

El libro se llama “Cómo ganar amigos e influir sobre las personas” por Dale Carnegie.

Lo sé, el título es un poco raro, por no decir otra cosa, pero te aseguro que el contenido es una locura.

Texto 3

Las 9 estrategias para influenciar a las personas

1 - Empieza con un elogio y aprecio sincero

Como ya hemos dicho, todo lo que veremos a continuación consiste en conseguir nuestros objetivos sin dañar el ego ajeno, pues en caso de hacerlo, todo se volverá en nuestra contra.

Recuerda que para todo el mundo es realmente importante la visión que tengamos de ellos.

Imagina que te gustaría que otra persona corrigiera una conducta que te está afectando negativamente.

Para ser un poco más concretos con un ejemplo, imagina que algún miembro de tu familia trabaja muy duro en el ámbito laboral y, como consecuencia, no se preocupa de limpiar o recoger sus cosas.

Pues bien.

Si en tal caso, te limitas a señalar directamente el problema, lo más seguro es que tu supuesto familiar interprete que no valoras el duro trabajo que desempeña día tras día y que, además, estás siendo exagerado.

Dicho en otras palabras, su ego habrá sido afectado y reacciona a tu petición con reactividad e, incluso, enfado.

Todo esto habría sido muy diferente si, en vez de señalar el error directamente, hubieras comenzado con un elogio o aprecio sincero.

Imagina que antes de pedir a tu familiar que recoja sus cosas, comienzas advirtiéndole que valoras el esfuerzo que hace día tras día en su trabajo y que entiendes que llevar ese ritmo es muy cansado.

En ese preciso momento, el ego del familiar está completamente protegido, por tanto, estará más dispuesto a escuchar tus demandas.

Siempre es más fácil escuchar cosas desagradables después de haber oído algún elogio.

2 - Señala los errores indirectamente

Este segundo consejo podríamos considerarlo la continuación del anterior.

A veces, aunque comencemos cualquier demanda con un elogio. El simple hecho de señalar un fallo puede echar todo a perder.

El objetivo por tanto es señalar el error sin que lo parezca.

Así de primeras esto suena prácticamente imposible.

Y no te voy a mentir, puede llegar a ser bastante complicado, ya que entra en juego nuestra habilidad para manejar el lenguaje.

Para que veas cómo llevar esto a cabo, te voy a poner prácticamente el mismo ejemplo utilizado en el libro del que te he hablado antes.

En él, se expone una situación en la que un padre habla con su hijo después de recibir las notas del trimestre.

Tras revisarlas, el padre de esta historia dice lo siguiente:

«Estamos realmente orgullosos de ti por haber mejorado tus notas este mes. Pero si te hubieras esforzado más en álgebra, los resultados habrían sido mejores todavía».

¿Tú también lo has notado verdad?

Todo era perfecto hasta que apareció la dichosa palabra “pero”.

Elimina el “pero” de la frase

El hijo sentía el orgullo de sus padres hasta que llega la palabra prohibida y se cuestiona la sinceridad del elogio. 

Relaciones sociales y ego

Fíjate ahora en la diferencia:

«Estamos realmente orgullosos de ti hijo, por haber mejorado tus notas este mes, y si sigues esforzándote podrás subir las notas de álgebra al nivel de las demás».

En los dos ejemplos que hemos puesto se expresa exactamente la misma información, sin embargo, los resultados obtenidos serán completamente distintos.

He aquí el poder del lenguaje.

Trabajar en esta habilidad requiere tiempo y reflexionar sobre cómo expresas las cosas, sin embargo, puedes empezar por cambiar la palabra “pero” por la palabra “y” en tus oraciones.

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3 - Habla de tus propios errores antes de criticar los de los demás

Cuando señalas directamente los errores de alguien, indirectamente se genera una situación en la que te posicionas por encima del otro.

Al fin y al cabo, si alguien puede corregirme es porque se supone que es superior a mí en el contexto que nos encontramos ¿verdad?

Lo cierto es que no tiene por qué ser así, sin embargo, nuestro inconsciente no invierte tiempo en planteárselo.

Si alguien nos corrige pensamos que es porque se cree mejor que nosotros en el ámbito en el que estamos desarrollando dicha actividad.

Y esto tiene consecuencias bastante negativas para nuestro ego.

A nadie le gusta sentirse inferior, y menos aún cuando tratamos con gente a la que no otorgaríamos un premio nobel precisamente.

Como consecuencia, la reacción menos violenta que surgirá en nosotros será la de pasar olímpicamente de la crítica.

Se pasarán por nuestra mente frases del estilo… “quién se cree este para decirme a mí como hacer las cosas”

La crítica puede tener un efecto contrario al deseado

Pero es que esto no se queda aquí, esta crítica es posible que se convierta en un incentivo más para no modificar la conducta inicial. 

Para muchos, el hecho de cambiar la forma de hacer las cosas ante una crítica significa asumir que la otra persona estaba en lo cierto y, como consecuencia, reflejar que está por encima de tí.

Como ves, nuestros esfuerzos por cambiar o mejorar una conducta ajena podrían desembocar incluso en el efecto contrario.

Pero no te preocupes, hay una forma muy simple de arreglar esto.

Habla de tus propios defectos antes de corregir a nadie.

Puede parecer algo simple, pero en el momento en el que reflejas que tú tampoco eres perfecto, estás comunicando que no te sientes de ninguna manera superior a la persona a la que te estás refiriendo y, por tanto, todas las consecuencias negativas de las que acabamos de hablar desaparecen.

En definitiva, es bastante más fácil escuchar una señalización de los defectos propios si el que la hace empieza admitiendo humildemente que también él está lejos de la perfección.

4 - Haz preguntas en vez de dar órdenes

Como ya hemos visto en el punto anterior, a nadie le gusta sentirse en una posición inferior.

Pues bien, al igual que indicar directamente los errores de los demás, dar órdenes también se interpreta como una actitud de superioridad.

Dar una instrucción directa priva de cualquier tipo de decisión a la persona que debe ejecutarla.

Todo el mundo entiende que aquellos que deciden son también aquellos que, por sus valiosas habilidades, tienen el poder de influir en el resultado final.

En consecuencia, recibir una orden es entendido por nuestro subconsciente como una prueba de que no somos suficientemente buenos como para influir en la decisión

Dicho de otro modo, estamos en tal posición de inferioridad que no tenemos ni la potestad de influir en el resultado final, simplemente ejecutamos.

Ya te podrás imaginar la reacción que tiene esto sobre nuestro ego.

¿La solución? Dar órdenes sin que lo parezcan.

Sigue dando órdenes, pero sin que lo parezca

Decir directamente: “termina esto para mañana” expresa la misma información que decir: ¿puedes terminar esto para mañana?

Sin embargo, la interpretación por parte del receptor será completamente diferente.

Relaciones sociales y órdenes

Es más probable que la gente acepte con gusto una orden si ha tomado parte en la decisión.

5 - Permite que la otra persona salve su propio prestigio

Ya hemos repetido hasta la saciedad lo importante que es para cualquiera la imagen que tenga el resto de sí mismo.

Cada vez que se demuestra socialmente que no tenemos razón en algo, es como si nos dieran una gran punzada en nuestro ego, como si nos hubieran robado parte de nuestro prestigio.

Repito que esto objetivamente no tiene por qué ser así, sin embargo, nuestro subconsciente tiende a sentirlo de esa manera.

Pues bien, sabiendo esto, aun cuando en una discusión tengamos razón y la otra persona esté claramente equivocada, sólo haremos daño si recalcamos su equivocación.

Intenta pasar por alto los errores de la otra persona, sobre todo si os encontráis con más gente.

En caso de que optes por alimentar tu ego recalcando tu exitosa argumentación, ten en cuenta que estarás perdiendo a la vez la simpatía y el reconocimiento de la otra persona.

En definitiva, no te flipes y no te permitas apisonar el prestigio de otros para sentirte mejor. Eso solo te traerá consecuencias negativas.

6 - Elogia el más pequeño progreso

Hasta ahora nos hemos centrado en cuidar el ego de los que nos rodean para ser más eficaces a la hora de influir en ellos.

Pero esto no se queda aquí. El ego de cualquiera debe protegerse, pero también puedes apoyarlo a través del reconocimiento.

Lo queramos ver o no, el reconocimiento ajeno es una de nuestras mayores motivaciones.

Es realmente complicado mantener un esfuerzo prolongado en el tiempo si nadie es consciente de ello o si percibes que nadie lo valora.

Tú mismo tienes el poder de influir positivamente en la motivación que cualquiera pueda tener hacia una tarea.

Y todo con un gesto súper simple, elogiar cada mejora.

Si quieres que alguien mantenga una conducta productiva, ocúpate de expresarle tu reconocimiento.

Pero ojo, debes tener cuidado. A veces los elogios pueden sonar demasiado vagos, lo que creará un aura de desconfianza en tus palabras.

Para evitar esto te daré un consejo.

Tus elogios deben ser lo más específicos posibles.

Cuando un cumplido es concreto, se percibe como sincero, no como algo que la otra persona puede estar diciendo sólo para hacernos sentir bien.

7 - Da a la otra persona una buena reputación a la que hacer honor

Pocas situaciones son más dolorosas que decepcionar.

En el momento que percibimos esta situación, indirectamente sentimos que estamos fallando a alguien que previamente había confiado en nosotros.

No tiene nada que ver fallar cuando no se espera nada de tí que cuando la gente confía en tu capacidad para lograrlo.

Este hecho puede utilizarse para influir en la conducta del resto.

Si consigues que alguien perciba las buenas expectativas que tienes sobre él, el hecho de no cumplirlas será mucho más doloroso y habrá un mayor incentivo por evitar tal situación.

Básicamente, si quieres que una persona mejore en cierto sentido, trátalo como si ese rasgo particular fuera ya una de sus características sobresalientes.

Simplemente, dale una reputación a la que hacer honor y hará esfuerzos prodigiosos antes que decepcionarte.

8 - Haz que los errores parezcan fáciles de corregir

Un factor muy influyente en la motivación para ejecutar cualquier tarea es el nivel de dificultad con el que la percibimos.

Digamos que si de primeras solucionar un problema te parece un mundo, es poco probable que lo afrontes, ya que, entre otras cosas, entiendes que tu probabilidad de éxito es baja.

Si realmente quieres apoyar a alguien para solventar alguna dificultad, lo primero que deberías hacer sería dar la visión de que es fácilmente solucionable.

Con esto no estoy diciendo que tengas que pintar la situación de un color de rosas, pero seguramente, si alguien no pone fin a un problema del que es consciente, es probable que considere complicado solucionarlo.

9 - Procura que la otra persona se sienta satisfecha de hacer lo que sugieres

Es prácticamente imposible que alguien esté dispuesto a hacer un esfuerzo que no le vaya a aportar algún beneficio propio.

Y menos aún si es por alguien al que no tiene mucha estima.

Por tanto, siempre que necesites que hagan algo por tí, recuerda hacer alusión de alguna manera a los beneficios que esa persona obtendrá.

Ten en cuenta que lo más normal ante una petición es que surja el pensamiento de… ¿Qué hay aquí para mí? 

Asegúrate de responder esa pregunta.

Por ejemplo, si tienes el objetivo de que tu hijo no comience a fumar o a beber, no intentes imponerlo de manera directa.

Hazle ver los inconvenientes que tendrán dichos hábitos para aspectos importantes para él como podrían ser los deportes.

Resumen de las ideas principales del artículo

Estas son las 9 estrategias de las que hemos hablado:

  1. Empieza con un elogio y aprecio sincero.
  2. Llama la atención sobre los errores de los demás indirectamente
  3. Habla de tus propios errores antes de criticar los de los demás
  4. Haz preguntas en vez de dar órdenes
  5. Permite que la otra persona salve su propio prestigio
  6. Elogia el más pequeño progreso
  7. Da a la otra persona una buena reputación a la que hacer honor
  8. Haz que los errores parezcan fáciles de corregir
  9. Procura que la otra persona se sienta satisfecha de hacer lo que sugieres.

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