1 – Sesgos psicológicos y la estimación del éxito
2 – El sesgo de supervivencia al pensar en el éxito
2.1 -Contamos lo bueno, nos callamos lo malo
2.2 – Solo consumes casos de éxito
2.3 – La influencia de los medios de comunicación
3 – Somos muy malos con la estadística
3.1 – Pasamos de los datos sobre la probabilidad de éxito
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Antes de empezar, debo advertirte de que este capítulo puede suponer un jarro de agua fría para más de uno.
Digamos que estudiar tu probabilidad de tener éxito no suele despertar mucho entusiasmo.
El título desde luego no parece muy motivador, pero bueno, tampoco es el objetivo.
La única intención que tengo reside en entender un poco mejor la realidad.
En el artículo anterior ya hablamos de lo mal que se nos suele dar identificar hasta qué punto podemos influir en algún resultado.
Solemos caer en la trampa de subestimar el poder que tiene el azar y las circunstancias externas para determinar las consecuencias de tus actos.
Hoy vamos a tratar de exponer las causas de que sistemáticamente pensemos que tenemos muchas más posibilidades de alcanzar el éxito de lo que creemos.
En un mundo en el que nos bombardean con mensajes del tipo:
“Con esfuerzo y dedicación podrás lograr lo que quieras”
“Si tu quieres, puedes”
Pues claro, que ahora venga yo y te diga todo lo contrario puede sonar bastante chocante.
Sesgos psicológicos y la estimación del éxito
Antes de meternos en materia es necesario que conozcas lo que son los llamados sesgos psicológicos.
De forma muy resumida, todos los seres humanos caemos en los mismos errores de lógica que nos impiden ver la realidad de manera objetiva.
Estos errores de pensamiento existen como respuesta a la necesidad de tomar decisiones rápidas a lo largo de toda la evolución de nuestra especie.
Digamos que al nacer es como si viniéramos configurados con ciertos errores de fábrica que habían sido útiles para versiones anteriores de nuestra especie, pero que en la actualidad dejan de tener mucho sentido.
Todo esto te lo explico porque en este capítulo nos centraremos en uno de esos sesgos en concreto: el sesgo de supervivencia, del que hablaremos más adelante.
Pero para que te quede un poco más claro este concepto voy a ponerte un ejemplo de un sesgo muy común para que entiendas de lo que te hablo.
Ejemplo - Sesgo del coste hundido
Uno de los sesgos psicológicos más comunes es el de coste hundido, el cual consiste en tomar decisiones teniendo en cuenta el tiempo u objeto de valor invertido en algún proceso.
Imagina que vas al cine con un amigo y pagais la entrada para ver una película que pinta bastante bien.
Una vez ya lleváis 40 minutos en la butaca, ambos coincidís en que realmente está siendo un auténtico coñazo, pero finalmente decidís quedaros hasta el final.
Sería lo lógico ¿no? Al fin y al cabo ya habíais pagado la entrada y llevabais ya bastante tiempo dentro.
Si lo piensas bien. A nivel objetivo, no tiene ningún sentido esa decisión.
En el momento en el que eres consciente de que la película es aburrida, podrías estar destinando tu tiempo a cualquier otra cosa más entretenida.
Por tanto, lo correcto sería haberte ido de la sala de cine.
El problema es que el sesgo de coste hundido hizo de las suyas y tuviste en cuenta acontecimientos pasados para tomar una decisión en el presente.
El sesgo de supervivencia al pensar en el éxito
Volviendo al tema y, como ya te he dicho antes, el sesgo psicológico que nos importa hoy es el de supervivencia.
Este consiste en que, como los éxitos generan una mayor visibilidad en el día a día que los fracasos, se sobrestima sistemáticamente la perspectiva de éxito.
Por suerte o por desgracia, vivimos en un mundo en el que solo recibimos información de gente que ha alcanzado el éxito en sus ámbitos personales o profesionales.
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Contamos lo bueno, nos callamos lo malo
Todos tendemos a compartir únicamente lo bueno que nos ocurre o aquello que logramos.
Incluso a veces, solemos inflar un poco nuestras hazañas con el objetivo de mejorar la percepción que tiene nuestro círculo sobre nosotros.
Y esto no es casualidad, gran parte de nuestra autoestima depende de la idea que los demás nos transmiten sobre nosotros mismos.
Como consecuencia, suele ser habitual compartir tus preocupaciones únicamente con tu círculo más cercano.
Pero, por otra parte, cuando haces algo bien, es un chute de energía que el resto sea consciente de ello.
Piensalo, cuando alguien fuera de tu círculo de confianza te confiesa algún aspecto negativo, suele ser porque esa desgracia se percibe como algo ajeno fuera de su responsabilidad.
Lo cual, indirectamente, aporta más valor a sus acciones.
Por ejemplo, informar a todo el mundo de que estás muy cansado, hace que el resto interprete que cualquier esfuerzo que hagas tiene más valor, lo cuál te deja en una mejor posición.
En definitiva, es muy raro ver como alguien expresa sus propios fracasos de forma abierta, por el contrario, es muy común querer compartir nuestros éxitos.
Todo lo anterior nos lleva a estar bastantes sesgados a la hora de interpretar el mundo.
Pero esto no se queda aquí…
Solo consumes casos de éxito
El sesgo de supervivencia está también alimentado de manera indirecta por nuestras propias acciones.
Prácticamente cualquier música que escuches, cualquier artículo que compres o incluso cualquier libro que leas está disponible para tí justamente porque han sido de los pocos que han alcanzado el éxito de ser utilizados.
Como ya he dicho en anteriores artículos, esto no es necesariamente malo, es más, lo veo realmente positivo.
Si tu decides consumir cualquier producto o servicio es porque te da la mejor solución a tu demanda, lo cual es digno de admirar.
El error reside en creer que eso es lo normal.
El error está en creer que ser exitoso es fácil porque tú solo conoces los casos de éxito.
Tal y como se explica en el libro “El arte de pensar” por Rolf Dobelli:
“Detrás de cada escritor de éxito se ocultan cien más cuyos libros no se venden. Y detrás de estos, otros cien que no han encontrado editorial. Y detrás de esos, cientos con un manuscrito empezado en el cajón. Pero nosotros sólo oímos hablar de los triunfadores e ignoramos lo improbable que resulta el éxito literario. Lo mismo vale para fotógrafos, empresarios, artistas, deportistas, arquitectos, premios Nobel, presentadores de televisión y reinas de la belleza.”
La influencia de los medios de comunicación y el sesgo de disponibilidad
Los medios de comunicación, también tienen un papel fundamental en esta ilusión del éxito.
Como es lógico, el objetivo de estos es captar la atención del espectador y, como consecuencia, no tiene sentido compartir historias que podemos considerar “normales” o “habituales”, aunque sean la realidad de la mayoría de personas.
De nuevo, esto afecta directamente a nuestra imagen del mundo a través de lo que se conoce como el sesgo de disponibilidad, el cual hace que creamos que algo es más verídico en función de si se nos ocurren ejemplos rápidamente de dicho acontecimiento.
Lo cual no tiene sentido, ya que, en el mundo real, las cosas no suceden con más frecuencia solo porque nos las podamos imaginar mejor.
Por ejemplo, si en tus redes sociales sigues a los referentes en tu sector.
Verás que obtienen buenos resultados haciendo su trabajo, sin embargo, aunque tu cabeza guarde muchos ejemplos de lo bien que funcionan las cosas para ellos, no quiere decir que suceda con frecuencia.
Como ves, hay varios factores que actúan conjuntamente para difuminar nuestra interpretación de la realidad y que, en consecuencia, creamos que alcanzar el éxito es más probable de lo que realmente es.
Somos muy malos con la estadística
Los seres humanos somos realmente malos interpretando la estadística.
Es como si fuéramos muy capaces de trabajar con ella a nivel matemático, pero realmente nos cuesta extrapolar los datos obtenidos a la realidad.
Por otra parte, somos especialmente sensibles a historias o experiencias individuales individuales.
Para que veas hasta donde llegamos, se han hecho varios estudios para determinar cuál era la mejor estrategia que podían adoptar las ONGs para conseguir financiación.
El procedimiento consistió en intentar convencer a gente por la calle para que aportará alguna ayuda económica a una causa.
La primera estrategia consistió en expresar las estadísticas devastadoras acerca de la mala situación que se vivía en países desfavorecidos.
Pero más adelante cambió la manera de actuar.
Ya no se mostraban ningún tipo de gráfico ni números. Ahora simplemente se contaba la historia individual de un niño que se encontraba en malas condiciones.
¿Te imaginas qué estrategia funcionó mejor?
Así es, la gente estaba dispuesta a hacer más esfuerzo económico al ver la situación de un único niño que al ser consciente de las estadísticas que reflejaban una realidad más amplia y objetiva.
No hacemos ni caso a los datos sobre la probabilidad de éxito
A pesar de que las estadísticas no sean optimistas para lograr nuestros objetivos, basta con que un par de historias motivadoras sobre éxitos individuales calen bien en nosotros para ignorar cualquier dato objetivo.
Por ejemplo, muchos estudios apuntan a que aproximadamente el 90% de las nuevas startups desaparecen en un plazo de 4 años.
Sin embargo, prácticamente todo el mundo que comienza a trabajar en su propio proyecto, inconscientemente piensa que las probabilidades de éxito son mayores.
Una vez llegados a este punto…
Es bastante obvio que, por las razones que ya hemos tratado, tendemos a subestimar las posibilidades de fracasar.
Sin embargo.. otra cosa muy diferente es plantearse si este hecho es realmente negativo.
¿Es negativo vivir engañados por la ilusión del éxito?
Pensándolo bien, el mundo necesita de gente proactiva, de gente emprendedora.
A pesar de las grandes dificultades que se encontrarán en el camino, ellos son los que promueven la innovación que nos lleva a un mundo mejor.
Sin embargo, si todos fuéramos capaces de ser conscientes y objetivos para determinar nuestras posibilidades de ser exitosos, serían muchas menos las personas que decidieran dar un paso adelante para invertir tiempo y esfuerzo en cualquier proyecto.
En definitiva, todos seríamos mucho más conformistas, lograríamos mucho menos y, lo más importante… nos privaríamos de todos los aprendizajes que aporta el fracaso.
Como conclusión, prácticamente todos estamos diseñados y sesgados para ser incapaces de pronosticar con claridad nuestro éxito.
Pero si todo el mundo fuera perfectamente consciente de sus probabilidades para triunfar, no tengo nada claro que el mundo fuera un lugar mejor.
Como ya hemos hablado sobre todo en el artículo anterior, creo que la clave de todo está en intentar despegarse del resultado obtenido para valorar únicamente el esfuerzo y las acciones que tomamos día a día para cumplir ese objetivo.
Tu sentimiento de valía personal debe sustentarse en algo que está bajo tu control, es decir, tus acciones y no tus resultados.
Como ya has visto en este artículo si te dejas que tus emociones dependan de lo que consigues, lo más seguro es que lo vayas a pasar mal.
Resumen de las ideas principales del artículo
- En primer lugar, los sesgos psicológicos son errores de lógica que todos cometemos.
- En segundo lugar, el sesgo de supervivencia hace que, como los éxitos generan una mayor visibilidad en el día a día que los fracasos, se sobrestima sistemáticamente la perspectiva de éxito.
- En tercer lugar, tendemos a compartir muchos más aspectos positivos que negativos de nuestras vidas. Esto hace que, inconscientemente, creamos que las cosas para el resto van bastante mejor de lo que realmente van.
- En cuarto lugar, nos llega continuamente información de gente existosa, ya sea a través de los medios de comunicación o, simplemente, porque hacemos uso diariamente de los productos más exitosos. Esto hace que solo veamos una pequeña porción de la realidad, ignorando a todos aquellos que se han quedado en el camino.
- En quinto lugar, nos cuesta extrapolar los datos obtenidos de la estadística a la realidad, sin embargo, somos especialmente sensibles a historias o experiencias individuales, haciendo que perdamos la perspectiva global de cualquier situación
- Y por último y, en sexto lugar, a pesar de que nuestra incapacidad para pronosticar nuestro éxito es bastante obvia, creo que no es algo negativo, pues en caso de que todo el mundo fuera perfectamente consciente de lo difícil que es triunfar, muchísima menos gente pondría esfuerzo y dedicación en sus proyectos, lo cual afectaría, no solo a cada individuo de manera particular, sino a la sociedad en su conjunto.
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